Al paraiso

AL CIELO DE TU MANO...
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lunes, 20 de febrero de 2012

habitación 12


 

Ella me esperaba en la habitación, lo preparo todo, encendió las velas, muchas. Yo traje las de aromas, para darle un toque misterioso, para llenar a la habitación.
Ella se preparo, deliciosamente.
Se puso un picardías ajustadísimo, negro, de una gasa muy fina, transparente, con unos tirantes con brillantitos, medias de liguero, sin braguitas, con zapatos de taconazo.
Espectacular.
Los segundos iniciales fueron digamos intempestivos, muchísimos nervios, mucha tensión, mucha pasión acumulada, mucho deseo.
Los besos y las caricias se multiplicaban, de menos a más intensidad, despacio, besándonos con pasión, hasta que aparecieron las lenguas, que desbordaron todo.
No había recorrido ni un metro de la habitación, cerré la puerta con el pie.
La apoye contra la pared, pude notar su cuerpo contra el mío.
La bese por todos lados, su cuello, su oreja, mi lengua se deslizaba y atrapaba sin dilación todo, por todos lados,
Le deslice los tirantes hasta descubrir sus pechos, preciosos, blancos, con unos pezones rosados, muy claros,
Inevitablemente los bese, con mimo, con ternura, con cariño.
Lo chupe, y lo lamí, mis manos seguían recorriendo su cuerpo como si estuvieran en otra guerra.
Su culo era duro, perfecto, lo agarre, y lo agarre.
Sus pezones crecían en mi boca, mientras ella se encargaba de mi cuello.
Mi pene ya estaba erecto y se restregaba contra el suyo, separados por dos finas telas su picardías y mi pantalón, iba sin.
Con una mano desabroché el pantalón, que cayo al suelo.
Poco apoco mis manos desnudaron su cuerpo, levantando su picardías, enrollándose en su cintura.
Por fin nuestros sexos chocaron.
Me recorrió un placer inmenso.
Mi polla dura rozaba sin entrar contra su sexo.
Se paseaba de arriba a abajo, a las puertas del paraíso.
Levanto una pierna, me ayude con mi mano para dirigir mi pene erecto a su sexo.
Su sexo me impresiono, era pelirroja y su escaso vello era rojo, precioso, en contraste con su piel, blanca, blanca.
MMmmmmm, una delicia cuando por fin entro, estaba caliente, muy calienta y muy mojado.
Entraba y salía con una facilidad terrible.
Fue muy rápido, muy rápido, la excitación era muchísima.
Y nos corrimos los dos juntos, me envolvieron sus gemidos, un ahhhh, profundísimo, que me estremeció.
Así juntos, llegamos a la cama.
Ella me esperaba en la habitación, lo preparo todo, encendió las velas, muchas. Yo traje las de aromas, para darle un toque misterioso, para llenar a la habitación.
Ella se preparo, deliciosamente.
Se puso un picardías ajustadísimo, negro, de una gasa muy fina, transparente, con unos tirantes con brillantitos, medias de liguero, sin braguitas, con zapatos de taconazo.
Espectacular.
Los segundos iniciales fueron digamos intempestivos, muchísimos nervios, mucha tensión, mucha pasión acumulada, mucho deseo.
Los besos y las caricias se multiplicaban, de menos a más intensidad, despacio, besándonos con pasión, hasta que aparecieron las lenguas, que desbordaron todo.
No había recorrido ni un metro de la habitación, cerré la puerta con el pie.
La apoye contra la pared, pude notar su cuerpo contra el mío.
La bese por todos lados, su cuello, su oreja, mi lengua se deslizaba y atrapaba sin dilación todo, por todos lados,
Le deslice los tirantes hasta descubrir sus pechos, preciosos, blancos, con unos pezones rosados, muy claros,
Inevitablemente los bese, con mimo, con ternura, con cariño.
Lo chupe, y lo lamí, mis manos seguían recorriendo su cuerpo como si estuvieran en otra guerra.
Su culo era duro, perfecto, lo agarre, y lo agarre.
Sus pezones crecían en mi boca, mientras ella se encargaba de mi cuello.
Mi pene ya estaba erecto y se restregaba contra el suyo, separados por dos finas telas su picardías y mi pantalón, iba sin.
Con una mano desabroché el pantalón, que cayo al suelo.
Poco apoco mis manos desnudaron su cuerpo, levantando su picardías, enrollándose en su cintura.
Por fin nuestros sexos chocaron.
Me recorrió un placer inmenso.
Mi polla dura rozaba sin entrar contra su sexo.
Se paseaba de arriba a abajo, a las puertas del paraíso.
Levanto una pierna, me ayude con mi mano para dirigir mi pene erecto a su sexo.
Su sexo me impresiono, era pelirroja y su escaso vello era rojo, precioso, en contraste con su piel, blanca, blanca.
MMmmmmm, una delicia cuando por fin entro, estaba caliente, muy calienta y muy mojado.
Entraba y salía con una facilidad terrible.
Fue muy rápido, muy rápido, la excitación era muchísima.
Y nos corrimos los dos juntos, me envolvieron sus gemidos, un ahhhh, profundísimo, que me estremeció.
Así juntos, llegamos a la cama.

1 comentario:

María dijo...

Cada instante te amo más y más mi Vida

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